viernes, 22 de diciembre de 2017

sinerrata se despide

Llegamos a esa época en la que muchos hacemos repaso de los últimos doce meses, nos preparamos para compartir celebraciones, comilonas y regalos con familia y amigos, y para despedir el año que acaba y recibir el que empieza con ilusión y nuevos proyectos.

En estos días sinerrata también se despide. Han sido más de cinco años de intenso trabajo, mucho aprendizaje, historias maravillosas, grandes metas, retos conseguidos e incontables satisfacciones. Hemos tenido el privilegio de conocer y publicar talentosos autores y sus magníficas obras y conectar con lectores que han disfrutado de nuestras novelas y nos han abierto sus estanterías y sus opiniones. Hemos podido crecer rodeados de amigos y colaboradores que con su apoyo constante e inestimable ayuda nos han acompañado en un camino no siempre fácil aunque lleno de recompensas que seguirán con nosotros por mucho tiempo.

Nuestro agradecimiento es inmenso y eterno. En primer lugar, a los autores, que confiaron en nosotros desde el primer momento, una editorial no solo desconocida sino además de carácter puramente digital: Carlos Laredo, Maia Losch, José Morand, Fernando Roye, Lucía Solaz. Ellos son los verdaderos protagonistas de esta aventura, el alma y el cuerpo de sinerrata. En segundo lugar, a los colaboradores directos, que con su profesionalidad y cuidado han hecho que nuestras ediciones sean impecables y las novelas lleguen a todos aquellos lectores que las estaban esperando: Pablo Barrio, Manuel Acedo, Javi de Ríos, Mariana Eguaras. Desde luego, no podemos olvidar a todos los colaboradores, colegas y amigos que desde sus blogs literarios y de reseñas, su presencia en redes y con su ayuda, en diversas formas, han hecho posible que sinerrata ocupe un lugar en el horizonte editorial y que los autores y sus obras tengan el sitio que merecen junto a los lectores. Son demasiados nombres para mencionarlos todos aquí, pero no olvidaremos a ninguno. Por último, pero no por ello menos importante, a los lectores, sin los que este proyecto no tendría sentido. Gracias por darnos, a nosotros y a los autores, una oportunidad, gracias por habernos permitido conoceros.

Las despedidas son tristes, pero nos vamos cargados de preciosas experiencias y recuerdos, y tranquilos porque los autores continuarán en las librerías aunque en una nueva casa. Las novelas de Carlos Laredo, José Morand y Fernando Roye estarán disponibles a partir de enero de 2018 en Kokapeli Ediciones, y la obra de Lucía Solaz, junto a sus otros trabajos, en las principales plataformas de venta de libros.

Esto no es un hasta siempre sino un hasta luego, esperamos poder volver a encontrarnos, preferiblemente rodeados de libros. Os deseamos unas felices fiestas y un nuevo año cargado de buenas y provechosas lecturas.

viernes, 24 de noviembre de 2017

El lectocrimen no es un nuevo género literario

Derechos de la imagen: Lori Greig en Visual Hunt / CC BY-NC-ND
El término lectocrimen, inventado por Ana Garralón y una amiga (según ella misma cuenta), era totalmente nuevo para mí hasta que me topé con el excelente blog de la misma Ana sobre literatura infantil y juvenil, anatarambana, y su entrada Lectocrimen: o cómo la mediación puede matar el gusto por la lectura.

Confieso que la primera idea que me pasó por la mente al leer lectocrimen fue novela negra, me temo que mi deformación profesional está llegando a límites insospechados. Pero no, el artículo en cuestión no trata sobre géneros literarios sino que en realidad detalla seis formas entre las muchas en las que podemos aniquilar el interés por la lectura de niños y jóvenes. Estas seis no son las que yo hubiera elegido, básicamente porque el planteamiento es mucho más profesional y profundo que el que yo pudiera hacer, pero desde luego estoy de acuerdo con todas ellas. La que más me ha sorprendido, sin embargo, y me ha hecho pensar más es la última: La feminización de la lectura.

Es un hecho estadístico que las mujeres leen más que los hombres, en España y en el mundo, como también que la industria editorial es mayoritariamente femenina (aunque aún no en la esfera de poder), y, aunque no tengo los datos, diría que también somos mayoría las mujeres en el ámbito educativo. Si a esto le añadimos que las mujeres leen más libros y los hombres más periódicos (en general, aunque tampoco tengo datos para respaldarlo, diría que las mujeres leen más novela y los hombres más noticias y no ficción), nos encontramos con que la mayoría de recomendaciones de lectura vienen de nosotras y seguramente se trate de obras de ficción, lo que puede traducirse en una penalización de algún otro tipo de lecturas, más informativas o incluso en otros formatos: revistas, periódicos, webs, blogs... 

El tema de la promoción de la lectura en la infancia me preocupa especialmente, los niños son los lectores del futuro (además de del presente, claro) y como madre de dos, por ahora, devoradores de cuentos soy muy consciente de mi papel para que ellos sigan leyendo como adultos. Está claro que el primer paso es el ejemplo, y afortunadamente en nuestra casa no solo hay libros sino que todos los leemos, pero además quiero ser capaz de transmitir a mis hijos no solo que la lectura es una actividad de ocio maravillosa e importante para su desarrollo y su bienestar, sino que también es una herramienta para aprender, para conocer aquello que nos queda más lejos o lo que es cercano con más profundidad, para ampliar nuestro horizonte. Pero también que no hay buenas o malas lecturas, mejores o peores formatos o formas de leer. Me aterra pensar que, involuntariamente, pueda cortar sus alas lectoras limitando o minusvalorando un tipo de lectura o género que sea precisamente el que les enganche a ella.

Como ya he dicho una y mil veces, leer es leer es leer.

jueves, 9 de noviembre de 2017

¿Es la autopublicación una amenaza para las editoriales?

Créditos de la imagen: Alejandro Escamilla vía Unsplash
Una de las consecuencias de la llegada de la edición digital, y de la evolución de la tecnología y las redes, es que hoy en día autopublicar es más fácil, económico y tiene más posibilidades de éxito que nunca. Se puede encontrar ahí fuera un sinfín de herramientas, en muchos casos totalmente gratuitas, para editar, maquetar, componer, convertir, diseñar y publicar, de forma que cualquier autor con un poco de interés puede tener su libro (o libros) a la venta en las principales librerías en línea, no solo a nivel local sino también internacionalmente. Y lo mismo ocurre en el aspecto de la promoción: las redes sociales y el marketing digital han simplificado (y amplificado) las posibilidades de los escritores para encontrar su público. Ojo, que no estoy diciendo que no requiera ningún esfuerzo, de hecho es mucho trabajo, sino que prácticamente está al alcance de cualquiera.

Cuando el fenómeno de la autopublicación empezó a ser relevante, hace ya algunos años, surgieron las primeras voces de alarma. Se decía, por un lado, que la calidad de la edición y del contenido era sensiblemente inferior a la de los libros que llegaban al mercado a través de las editoriales tradiciones, ya que no pasaban ningún filtro editorial ni se beneficiaban de un proceso de edición profesional. Y, por otro, que como consecuencia las editoriales dejarían de ser necesarias.

Pasados unos años, la autopublicación sigue creciendo, como no podía ser de otra forma, la calidad ha mejorado significativamente (gracias entre otras cosas a que muchos escritores se toman la edición más en serio y contratan servicios externos) y las editoriales siguen existiendo. De hecho, una vez comprobado que puede ser un buen negocio, las empresas de servicios editoriales y coedición han proliferado, algunas camufladas de editoriales tradicionales, y hasta los grandes grupos se han apuntado al carro.

En mi caso, siempre he pensado que autopublicar era tan digno como hacerlo dentro del catálogo de una editorial, y una estupenda opción para aquellos autores que quieren controlar todo el proceso en la vida de su obra, desde el diseño de la cubierta hasta los puntos de venta y la relación con los lectores, pasando por el cobro de regalías. También tengo claro que no solo seguirá formando parte del mercado editorial sino que cada vez copará más parte del mismo.

Contestando a la pregunta que titula esta entrada, en mi opinión la amenaza viene como consecuencia de un mercado más competido, en oferta y en precio. Los lectores de hoy en día tienen a su alcance millones de títulos y llegan a ellos por medios diferentes a los de hace unos años, como los blogs y las redes sociales, medios que todos compartimos.

En cualquier caso, no lo veo como una amenaza, sino como un elemento más en nuestro variado y cambiante horizonte editorial.

jueves, 2 de noviembre de 2017

La industria editorial no para de girar

Créditos de la imagen: mag3737 vía Visual Hunt / CC BY-NC-SA
Tenía este artículo reservado para poder comentarlo en algún momento aquí en el blog, en buena parte por su impactante titular, La industria editorial ha dado un giro de 360º en 10 años (y no es un error), que además en realidad no se corresponde exactamente con su contenido.

Según el autor del artículo, la industria editorial ha girado sobre su eje tras la aparición del libro electrónico y los vaticinios de la muerte del papel, hasta llegar de nuevo al punto de partida. Eso sería como decir que a día de hoy el libro digital se ha esfumado y todo lo que se vende y lee es libro impreso, aunque en verdad lo que se afirma concretamente en el desarrollo es que las ventas en formato digital se reducen, las de papel aumentan y las editoriales apuestan por las ediciones impresas de calidad.

No voy a entrar a discutir las cifras que se mencionan, que, por cierto, no se especifica de dónde salen exactamente; de cómo se suelen cocinar e interpretar este tipo de datos para que parezca que los ebooks se mueren ya hablamos en este blog hace unos meses. Pero sí quiero hacer mi propia lectura, que no coincide mucho con el titular mencionado: las editoriales quieren mantener su negocio de papel (esto no es una crítica, que conste, es perfectamente legítimo; es lo que conocen, lo que saben hacer bien tras muchos años de experiencia y para lo que tienen todo un sistema montado con muchos eslabones que no quieren, ni tampoco tienen por qué, desaparecer) y se han dado cuenta de que para competir con el formato digital tienen que hacer ediciones impresas que resalten el valor del libro-objeto.

Perfectamente razonable, en mi opinión. ¿Quiere eso decir que van a hacer ediciones cuidadísimas de todos los títulos que se publiquen? Me extrañaría. ¿Roban las ediciones de lujo mercado al ebook? Probablemente, pero tanto como para matarlo, lo dudo sinceramente.

¿Está girando la industria editorial? Indiscutiblemente, como buena industria que se precie y que quiera seguir existiendo, para adaptarse a las nuevas tecnologías, los nuevos hábitos de consumo y los nuevos consumidores. ¿Es un giro de 360º? Me remito al principio de esta entrada. Y para muestra otro botón en forma de nuevo formato: el audiolibro. Si hace un par de años nos hacíamos eco en este medio de los argumentos en contra de los audiolibros (y dejábamos claro que nosotros no estábamos de acuerdo con ellos), en los últimos meses estamos viendo un bombardeo de noticias acerca de cómo cada vez más lectores y editoriales apuestan por ellos.

jueves, 26 de octubre de 2017

Lectura por suscripción

Créditos de la imagen: Jonas Tana vía Visual Hunt / CC BY-NC-ND
Desde la aparición de 24symbols, el Spotify de los libros, allá por 2011, los servicios de lectura por suscripción se han extendido por nuestro horizonte cual mancha de aceite. Más tarde llegaron Nubico, la plataforma montada por Telefónica y Círculo de Lectores, y desde allende los mares, Scribd, que también ofrece audiolibros, y Amazon Unlimited. En estos días, también, ultima su aterrizaje en España Storytel, el Netflix de los audiolibros (nótesen las comparaciones con otros servicios de suscripción, ya sea para música o vídeo).

Todos tienen parecido esquema de funcionamiento: el cliente paga una cuota mensual (alguno tiene además una opción gratuita con características reducidas y/o publicidad añadida) y obtiene acceso a una completa biblioteca de lecturas (o audiolecturas) de forma ilimitada. Para el proveedor del servicio tiene beneficios obvios: un cliente cautivo que consuma lo que consuma paga religiosamente cada mes. Y para el consumidor también es ventajoso, en mi opinión: por el precio de un par de artículos (o menos) tiene acceso a un abultado catálogo de productos.

En el caso de los productos digitales, en mi opinión, este tipo de servicios tiene aún más sentido, ya que en muchos casos (afortunadamente no en todos, tengo la esperanza de que cada vez sean menos) la compra no nos garantiza la propiedad sino una especie de alquiler de duración extendida. Y así, por qué no simple y verdaderamente alquilarlo, a un precio y en unas condiciones más ventajosas. Pero no solo están floreciendo las opciones de suscripción para libros digitales o audiolibros, sino también para libros de papel. En este caso el modelo es distinto y se basa no en una amplia biblioteca sino en la sorpresa y la oferta personalizada.

Pero, aparentemente, detrás de todo esto hay toda una batería de justificaciones psicológicas que nos impulsa como consumidores a aceptar los servicios de suscripción como ventajosos, y de la que las empresas se aprovechan, claro, como nos cuentan en este artículo de Xataka, la página de ciencia y tecnología.

Es posible que me esté engañando a mí misma, que me esté viendo atrapada por la abrumadora oferta que seguro no voy a poder aprovechar, el pago invisible e indoloro y las dificultades para darme de baja de estos servicios, como se afirma en el mencionado artículo, pero lo que me parece evidente es que como lectora y compradora normalmente me voy a inclinar por aquello que me permita leer más y gastar menos.

jueves, 19 de octubre de 2017

El cabo Holmes en Getafe Negro 2017

Como seguramente ya sabréis, en estos días se está celebrando el festival de novela policíaca Getafe Negro. Esta es la décima edición de una cita ya consolidada como referente en el género negro y que este año está contando con la presencia de más de un centenar de autores bien conocidos, como John Banville, Almudena Grandes, Eduardo Mendoza, Marta Sanz, Ian Manook, Víctor del Árbol, Carlos Zanón, Manuel Gutiérrez Aragón, Juan Madrid, Luca D’Andrea, Antonio Mercero, Enrique Urbizu, Bruno Arpaia, Julián Ibáñez… y Carlos Laredo.

Sí, el autor de la casa participará hoy 19 de octubre a las 20:00 en la mesa redonda “La Guardia Civil como personaje literario”, moderada por Lorenzo Silva, y donde naturalmente hará acto de presencia nuestro querido cabo Holmes.

En esta edición, el festival pone el foco en el continente europeo, su posible crisis actual y su futuro, siempre desde la perspectiva de la literatura de género negro, y permite a sus visitantes disfrutar de un buen número de charlas, mesas redondas, presentaciones y demás actividades. Y como novela negra y gastronomía están muy bien relacionadas, este año Getafe Negro también se degusta.

Si podéis acudir a la cita y encontraros en persona con Carlos y su cabo Holmes, nos encantará que nos lo contéis en los comentarios.

viernes, 6 de octubre de 2017

El libro electrónico pisa la moqueta del LIBER

Tengo que reconocer que en la edición de este año en el LIBER, que en el momento de redactar estas líneas vive su última jornada, (6 de octubre), se han propuesto seriamentes modernizarse, y han abierto sus puertas, permitiendo que ocupen espacios propios, al libro electrónico y a la autoedición.

No queda ahí la cosa, sino que tal y como podemos leer en prensa, en las mesas redondas se han tocado, o se están tocando, temas tan interesantes como Nuevas Tecnologías y el fomento de la lectura, Nuevos proyectos digitales para niños, o Videojuegos y literatura. Eso sí, me temo que no podemos seguir adelante con nuestras vidas si no hay también una mesa dedicada a Piratería y edición.

La presencia del libro electrónico en LIBER se concreta, lo explican muy bien en este artículo de Ritmo21, como os decía, en un espacio propio, que ha sido denominado Zona Digital, (lo criticaría, pero no se me ocurre un nombre mejor ahora mismo). Este espacio lo han compartido, y comparten aún durante el día de hoy, por un lado las empresas que dan servicio a las editoriales, como empresas de software de gestión de metadatos, o distribuidores, y por otro, empresas al servicio del usuario final, el lector, como servicios de streaming de audiolibros, tiendas de e-books o redes sociales para lectores. El espacio ha acogido también diversas charlas de temas relacionados con la venta de libros electrónicos.

Sé que hay gente que es muy escéptica a la hora de valorar este tipo de eventos. Por supuesto, hay vida al margen de ellos, pero es en estos foros donde se da la posibilidad del cierre de acuerdos importantes, porque siempre será mejor estar, que no estar.

Eso sí, algunos periodistas se empeñan en seguir resaltando las fricciones que ha causado la irrupción del libro digital, y ninguna de sus virtudes. Pero insisto, se ha pisado moqueta y eso es importante. Estar, donde hay que estar, con el resto de los libros.